sábado, marzo 03, 2007

Mandarino

Hoy el cielo azul coronaba nuestro caminar,
su manita en la mía, sus pasos junto a mi,
la confianza depositada en la palma de mi mano
lo suficientemente grande como para contenerla
lo suficientemente pequeña como para aprender de ella.
Dioses!!!
Caminaré firme para que me sigas
pero no tan profundo como para que mis huellas sean las tuyas,
te tendré a mi lado para protegerte
pero no tanto como para que no veas tu propio camino.

Y mientras esto siento, del final de la calle me llega el aroma del mandarino
que, insolente, madura a finales de febrero.