Explota furioso contra lo que se
encuentre a su paso, rítmico y poderoso, es un pulso en el cielo que ilumina el
firmamento.
El bosque que habito fue incendiado, fue
una chispa, pequeña, un brote ígneo en mitad del verano, nadie creía que
pudiera crecer . . . y lo hizo, avanzó a veces firme, otras por debajo de la
grama, tomó fuerza y un día el viento, mi amado viento, le dio fuerza y avanzó
con paso firme y avasallador por el bosque entero, el fuego lo envolvía todo,
ardieron mis amados árboles, sus centros explotaban por el calor intenso, todo
crujía, todo era negro y rojo, era asfixiante, aterrador, hermoso a la vez, el
crepitar se escuchaba bien a lo lejos, el humo todo lo envolvía y ennegrecía,
todos en el bosque huían menos yo. Permanecí en lo más profundo, observaba el
fuego que lo consumía todo, me quemé junto con él, fui ceniza.
Hoy mi bosque empieza a verse verde, hay
brotes que de apoco cubren las heridas, el hollín se asentó o se fue con el
mismo viento que avivó el fuego.
Los animales regresan, el crepitar dio paso
al silencio y éste a pequeñas señales de vida.
Hoy empiezo, de nuevo, a florecer.
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